La trova cubana es descendiente y heredera legítima de una añeja tradición universal que arranca del siglo XI, cuando en el sur de la Francia medieval florecieron los primeros trovadores (literalmente, "encontradores"), poetas y músicos siempre; también a veces tañedores de instrumentos de cuerdas; en ocasiones, además, cantantes, y en su versión más completa, todo al mismo tiempo.
En el caso de Cuba, el lugar específico de su nacimiento fue la región oriental de la isla; en la ciudad de Santiago de Cuba, donde en el último tercio del siglo XIX un compositor y guitarrista llamado José Sánchez (Pepe), se convirtió en el padre de la canción trovadoresca cubana y en el primer maestro de los grandes trovadores, especialmente del genial Sindo Garay.
Desde entonces, la trova cubana ha producido y sigue produciendo tantos nombres, que harían falta muchas páginas para citarlos a todos. Hasta comienzos de la séptima década del XX, la trova cubana había sido sólo aquella que inició Pepe Sánchez, floreció con sus continuadores durante más de medio siglo, y entró luego en una fase de cierto estancamiento, coincidiendo con la irrupción de varios nuevos ritmos y géneros en la música popular cubana.
Pero justamente en los años 60 cobró renovados bríos, renació y se revitalizó con el llamado Movimiento de la Nueva Trova, encabezado por las figuras de Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Noel Nicola, Vicente Feliú, Sara González y otros jóvenes creadores, a partir de lo cual la anterior modalidad trovadoresca pasó a ser conocida por las nuevas generaciones como la vieja trova, también llamada a veces antigua o tradicional.
La verdad, sin embargo, es que se trata esencialmente de un único fenómeno musical, de un similar estilo o modo de concebir e interpretar las canciones de siempre, así hablen de amor o desamor, de la paz o la guerra, de la vida o la muerte, con la guitarra como fiel e infaltable compañera.
Y en nuestros días no es extraño asistir, por ejemplo, a un concierto u otro espectáculo cualquiera donde se den la mano, compartiendo su arte para el público, grupos y solistas de estas dos maneras históricas de trovar, la tradicional y la nueva, en forma independiente o fusionándose, porque la última verdad es la que ya dijimos: hay una sola trova cubana, viva y fuerte, desde ayer, hasta hoy y para siempre.