Género cantable del ámbito campesino, de marcada raíz hispánica. Fueron los canarios asentados en Cuba quienes crearon este género una vez que asimilaron elementos de la música andaluza. Una pizca de sustancias africanas le dieron su carácter criollo, teniendo vida propia desde el siglo XVII.
El punto es la vida del guateque, fiesta del campo cubano. Guitarra, tres, tiple, laúd, clave, güiro y guayo acompañan al punto, mientras los intérpretes sazonan la fiesta con controversias de improvisación. Están visiblemente divididos: cada uno, y su público, representan un bando, perfectamente distinguible por el color de su emblema que bien puede ser una pañoleta anudada al cuello.
Existen dos estilos de punto, como señala el musicólogo Argeliers León: los llamados punto libre o pinareño, y el punto fijo, localizado en las antiguas provincias centrales de Las Villas y Camagüey.
El libre es melódicamente más fluido y su medida es más flexible, mientras su aire es más bien lento. Los instrumentos apenas ejecutan unos rasgueos y persiguen al cantante con algunos punteos.
Por su parte, el punto fijo hace que el cantor conserve un mismo aire y medida exacta: el laúd y la guitarra continúan y la clave no deja de tocar. De ahí que se le conozca también por punto de clave.
Otras variantes son, además, el llamado punto espirituano y el punto matancero. Como variante del fijo, es frecuente el punto cruzado, en el que se canta sincopadamente sobre el acompañamiento. Menos frecuente es la seguidilla, que es el canto de varias décimas sin interrupción.
Aunque en Cuba existen muchos y muy buenos improvisadores, los "encontronazos" musicales de los poetas Justo Vega (foto al inicio) y Adolfo Alfonso siguen siendo recordados. Alfonso, destacadamente bromista, más de una vez hizo sacar de sus casillas a Vega, este último reconocido como el más alto exponente de este género.
Probablemente sea el punto guajiro el ritmo campesino más popular, precisamente porque la rivalidad entre bandos a veces esconde rencillas y hasta mensajes de amores secretos, al estilo de Montescos y Capuletos.