El origen de la bata cubana se ubica en el siglo XIX. Surge de un híbrido entre los deshabillés o batas de casa llevados por las damas criollas adineradas de la época o por sus criadas -quienes las mandaban a adornar para usarlos en las calles de paso y así mostrar la bondad de sus amas por darles a usar tan lindo vestuario- y los trajes de las bailarinas y cantantes españolas, quienes por entonces comenzaron a llegar a Cuba. Ambas prendas tenían una estructura similar, aunque los tejidos y colores empleados en su confección eran diferentes.
Esta ropa tradicional de la Isla se caracteriza por ser un tipo de vestido bastante escotado, algo ceñido al busto, largo y amplio, con mangas, adornado con cintas, puntas de encaje y entredós.
Estas preciosas batas gustan a cubanos y visitantes, y los artesanos ofrecen para todos ellos una amplia variedad de este singular vestido tan favorable para el clima cálido.