Jugador asombroso desde su primer atisbo de genio, a los cuatro años. Tomó el cetro a Emmanuel Lasker en 1921, cuando éste último llevaba 27 años en la cima. Entre 1916 y 1924 estuvo invicto en juego con lo más selecto de la élite mundial. Su único revés en matches fue en 1927 contra Alexander Aliejin, quien le ganó la corona y nunca le dio la oportunidad de revancha al cubano, aquejado por alta presión arterial que lo llevó a la muerte. De él diría otro grande, el yugoslavo Gligoric: "Capablanca sabe, los demás ensayamos".