Contrastan los rojos de la tierra, los ocres y los verdes de la vegetación, moteados por típicos bohíos (viviendas campesinas). Todo dispuesto en diferentes planos y con cambios cromáticos que varían según la posición del sol.

El valle es el más importante de los que existen en el Parque Nacional del mismo nombre, que abarca 15 mil hectáreas. En su espacio sobresalen los singulares Mogotes, formaciones orogénicas del período Jurásico muy pocas veces conocidas en el planeta.

Estas altas y anchas colinas de cima roma se combinan con las más altas elevaciones de la Sierra de los Órganos para crear otros pequeños valles intramontanos como el de San Vicente y el de Dos Hermanas, cada uno con su singularidad que la identifica y una biodiversidad extraordinaria.

Su flora se clasifica de una evolución atípica, particularmente variada en términos de especies, con características de reliquias del pasado como la Microcycas calocoma o Palma Corcho, fósil viviente de 150 millones de años de edad; existen 17 especies botánicas endémicas que no se encuentran en otro lugar del mundo.

A estas singularidades se añade una gran riqueza arqueológica. Sus cavernas poseen imborrables huellas de los primeros habitantes de la Isla y de los esclavos africanos llegados después de la conquista Seis de ellas poseen pinturas rupestres de gran valor.

El ecoturismo se beneficia de tales cuevas, entre las que sobresalen la del Indio y la de San Miguel, con ríos en parte navegables que hacen las delicias de sus visitantes, y la de Santo Tomás -la más grande del Caribe insular-, que posee 45 kilómetros de galerías subterráneas hasta ahora exploradas.

También se pueden practicar el senderismo, el cicloturismo, el trekking, el escalamiento y las cabalgatas. Las opciones generalmente permiten observar todas las bellezas del Parque e interactuar con la población campesina, asentada principalmente en el cultivo del mejor tabaco del mundo.

Se pueden apreciar aún las tradiciones del modo de vida de la zona, aunque el lugar mejor representado es el Jardín de Caridad y Carmen Miranda, en las afueras del poblado de Viñales y considerado una joya de la cultura local.